Mirando dormir una a mujer desnuda en la tenue luz crepuscular
oscuros rincones de anatomía se revelan
el modo en que las manos reposan en las sábanas
apuran el deseo de acariciarlas, de imaginar el roce delicado
de pieles electrificadas,
curvas, sensualmente acentuadas por las sombras
tientan labios y lengua,
música divina, el respirar agitado, por un sueño, una fantasía,
evoca esas horas de vigilia, de deseos satisfechos,
de energias agotadas y movimientos lentos.
Mirando dormir a esta mujer desnuda, con ojos de explorador intrépido,
se revela una belleza de selvática amazona, un arrullo de ternura,
un movimiento lánguido de cansada siesta norteña,
la mansa cadencia del tiempo escurriendose de a poco
los vestigios de caricias, de pasión y de sexo.
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