El laberinto de Borges
Lo efimero como paradoja, como sinónimo de lo eterno,
contradicción y ejemplo, reducción y efemérides del tiempo,
de lo infinitamente grande a lo inmensamente pequeño.
En pocas palabras, lo que todos los alfabetos y todos los idiomas ignoran,
en resumidas cuentas, lo que cabe en el ábaco y no en los libros
la solución del enigma perfecto que se oculta en toda secuencia numérica conocida o ignorada.
El laberinto matemático que Borges amaba, en su lógica, su poesia soñada,
nunca fué su busqueda el enigma del idioma, nunca lo dicho o escrito
mas el juego, el azar, la Cábala, aceleraban su sangre e iluminaban su ceguera,
daban paso al genio, agitando millones de reflejos en un solo par de espejos.
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