Tuesday, June 22, 2010

Algo de Paris

En la galería comercial y subterránea del Louvre hay más gente haciendo cola para probar el iPad en la tienda de Apple que para entrar a ver La Gioconda y todo eso. Arriba –en la plaza central del museo, junto a la pirámide de cristal– son varios los turistas que aún hoy se acercan aferrados a su ejemplar de El código Da Vinci con ganas de reproducir el itinerario místico de Robert Langdon y de su agente de viajes Dan Brown, ese maestro infradotado de la conspiración turística. Al costado, el Pont des Arts luce desnudo: en una noche, un mes atrás, desaparecieron todos los candados que –¡Doisneau! ¡Albertine! ¡Lelouch! ¡Gainsbourg! ¡Doinel! ¡Carax!– dejaban allí, atados a sus rejas y barandas, enamorados de todo el mundo como evidencia de su pasión que, se sabe, en París es más apasionada aún. Ningún funcionario se responsabilizó de la razzia ferretera; pero lo cierto es que los cientos de candados –que amenazaban la estructura del puente– ya no están allí. Cruzo y espero que este candadicidio no haya producido inexplicables rupturas sentimentales a lo largo y ancho del planeta. Ese planeta al que las personas cada vez miran menos, porque están atadas por cerrojos de contraseñas que abren y cierran pantallas electrónicas. Pantallas en las que, se supone, entra y cabe todo el mundo, pero para que uno lo mire desde afuera.

Rodrigo Fresán

No comments: